viernes, 7 de octubre de 2011

TRIANGULO NEGRERO


Entre Europa, Africa y América se estableció un tráfico gigantesco que es denominado el Triangulo Negrero. El nombre viene de que esta operación comportaba tres etapas: La primera, de Europa a Africa, los negreros iban a buscar esclavos a la costa occidental de Africa. Los cambiaban por cosas superficiales: Ron, aguardiente, cuentas de vidrio, barras de hierro, fusiles, pólvora... La segunda fase era de Africa a América. Los esclavizados eran vendidos en los mercados de la América española o portuguesa, o en las colonias del norte. La tercera, Europa. Con la venta de los esclavizados en el Nuevo Mundo, los barcos volvían a Europa supercargados de productos como el oro, la plata, el azúcar, el algodón, el cacao y otros.[10] De esta manera, el negrero tenía un triple beneficio, uno por cada punto del triángulo.
Al llegar a América los esclavizados que habían sobrevivido al viaje eran vendidos al mejor postor. No eran vendidos como seres humanos sino como piezas de indias. Antes de desembarcar el navío tenía que hacer cuarentena. Nadie tenía derecho a desembarcar ni a subir a bordo. Durante estos días el capitán se ocupaba de mejorar la presencia de su mercadería: Les daba mejor alimentación, trataba de maquillar los defectos físicos visibles, les lustraba el cuerpo con aceite de palma. Esta operación se llamaba blanqueamiento.
La llegada de un barco negrero era un gran acontecimiento en la vida colonial. En los primeros siglos se anunciaba con salvas de cañón. En el XIX mediante carteles en la plaza y lugares públicos. La venta comenzaba en el puente del barco; otras veces eran desembarcados y conducidos directamente al mercado. Los esclavizados eran vendidos por lotes pero individualmente se les llamaba piezas de Indias.
La pieza de Indias era un individuo de 7 cuartas de altura, aproximadamente 1,80 m, cuando no llegaba a esa altura se completaba con un mulequín, un niño de pecho cuya venta aislada no era fácil, por el riesgo de muerte. Para la venta cada africano debía subirse a un tonel para que todos los compradores los vieran, les hacían mover los brazos y las piernas, abrir la boca, adoptar diversas poses para ver si estaban sanos y fuertes. El precio dependía de la edad, de la fuerza física y del estado de salud. Los enfermos eran comprados por los blancos pobres, mucho más baratos. Cerrado el trato, el nuevo amo marcaba al esclavo con sus iniciales y le daba un nombre cristiano. La marca infamante, el carimbo, fue prohibido a fines del siglo XVIII, cuando se empezaron a escuchar las primeras voces de los abolicionistas. A continuación lo confiaban a otro esclavizado para que le enseñara su nuevo trabajo.
Aparte de estas entradas oficiales, había otras clandestinas. Estas eran las malas entradas y las arribadas maliciosas; si la primera era el simple contrabando, las segundas se disfrazaban de catástrofe, y el negrero atracaba en un puerto alegando que había sido arrastrado por una tempestad o por las corrientes adversas. En Colombia la entrada oficial era por Cartagena, pero se realizaba el contrabando por muchos lugares alternos, por el Darién, Tolú, Santa Marta, y Riohacha en el Caribe; Gorgona, Buenaventura y Barbacoas en el Pacífico. Una vez allí eran subastados como cualquier otra mercancía en el mercado público o vendidos clandestinamente.